Octubre 2010: J. Martínez de Rozas, el motor penquista de la Independencia

Análisis de historiadores Armando Cartes y Arnoldo Pacheco

Mientras muchos desconocen su protagonismo real, identificándolo sólo como uno de los vocales de la Junta de 1810, para Armando Cartes fue el motor del movimiento junto a otros líderes locales, al encabezar sus ansias de libre comercio y autonomía.


Hace tres meses, el gobernador de Mendoza, Celso Jaque, se excusó por no asistir a un homenaje al mendocino de nacimiento y penquista por adopción Juan Martínez de Rozas Correa, enviándole a éste un especial saludo, felicitaciones por su trayectoria y hasta sus “mejores deseos”. Obviamente, la autoridad no sabía que se trataba de un acto al independentista fallecido hace 197 años.

Tal ignorancia no debiera ser similar entre los penquistas, tratándose de uno de los personajes más importantes de la historia de la Independencia de Chile y, especialmente, por ser el precursor ideológico, político y militar más importante que forjó Concepción a la autonomía política nacional.

Sin embargo, la estatua en su memoria que se levantó a fines del siglo 19 en el Parque Ecuador ya muestra el paso de los años, del terremoto y del abandono, situación no merecida para este líder de la Independencia, “la realización impulsada desde Concepción, al igual que la libertad de comercio”, según el abogado e historiador penquista Armando Cartes, recién elegido premio municipal.

Pero ¿quién es este mendocino y por qué se le asigna tal protagonismo a esta zona, hoy aún crítica del centralismo santiaguino? Para Armando Cartes justamente el que Bío Bío y otras regiones aún cuestionen el modelo centralista de desarrollo nacional se debe en parte a que Chile “desperdició una gran oportunidad de alcanzar un desarrollo equilibrado territorialmente” al no lograr que se plasmara el ideal descentralizador de Juan Martínez de Rozas.

Cartes explica que en los años previos a la constitución de la Junta de Gobierno de 1810 se venía generando en Concepción un proceso económico que exigía libertad comercial, debido al desarrollo permanente del intercambio de productos desde Talcahuano con diversas urbes extranjeras, especialmente de Estados Unidos, y fortalecido por el contacto con Buenos Aires. Debido a que el monopolio comercial lo desarrollaba Santiago, todo el intercambio se realizaba de manera ilegal.

Además, agrega el historiador penquista Arnoldo Pacheco, también se había generado una preocupación respecto de la cuestión social, de la necesidad de cambios económicos debido a la precaria condición de un importante número de la población, especialmente por parte de algunos intelectuales penquistas como Manuel de Salas y José Antonio Rojas; cuya modificación requería también cambios políticos.

Estas propuestas iban de la mano con el ímpetu autonomista de Concepción, generado por las permanentes diferencias y conflictos con la capital, al punto de que el mismo Martínez de Rozas propugnaba cierta repartición territorial del poder, cuna quizás del federalismo posterior liderado también desde Concepción, como la constitución de un Congreso Nacional, más democrático que la Junta, también basado en el ejemplo de Estados Unidos. País que trasladaba sus ideas justamente gracias al permanente intercambio comercial con Talcahuano.

De él diría Diego Barros Arana décadas después: “Rozas fué, entonces, el jefe único i absoluto de la política: perspicaz, refinado, pensador profundo, proiectista sistemático, revolucionario emprendedor; él había conseguido hacerse superior a la revolución i dirijirla con energía i firmeza. Con un dominio absoluto sobre sus pasiones, Rozas sabía amoldar su carácter a las circunstancias difíciles, sin perder nada de su tenacidad. Audaz para concebir, valiente en la ejecución, había podido captarse el apoyo de gran parte de la sociedad i encabezar un partido influyente i numeroso... Ideaba una especie de confederacion de las provincias hispanoamericanas, dirigidas por medio de un congreso jeneral de todas ellas, que hiciese respetables sus resoluciones i que pudiese imponer a las naciones poderosas del viejo mundo. Esta idea jigantesca e irrealizable, que ocupó despues a Bolívar, tuvo su orijen en Chile, teniendo en el Dr. Rozas su primer iniciador”.

Es con estos elementos, además del prestigio alcanzado por Martínez de Rozas en Concepción, donde los jóvenes lo llamaban “el maestro”, según precisa el historiador Pacheco Silva, que surge la participación clave de este chileno -en 1759, año de nacimiento de Martínez de Rozas, Mendoza era parte de Chile-.

Cartes, en el libro próximo a publicar, “Concepción Contra `Chile`”, relata la participación del patriota en los revolucionarios años de 1808 a 1811, período en el que logró la formación de un Congreso Nacional (4 de julio de 1811) tras su fundamental participación en la Junta de 1810. Período en el que debió enfrentar un motín realista liderado por el coronel Tomás de Figueroa, que logró sofocar mandando a fusilar a su instigador. Encarceló al ex gobernador García Carrasco y proscribió de la capital a los vocales de la Real Audiencia. Hizo circular su periódico, El Despertador Americano, y distribuyó el Catecismo Político Cristiano.

Sin embargo, la unión entre los patriotas moderados de Santiago y los realistas, impidió la realización de los cambios radicales que impulsaba el penquista. Ante esto, decide regresar a Concepción, donde literalmente se atrinchera con un poderoso ejército, en la llamada Revolución del 5 de Septiembre de 1811, estando a punto de confrontarse en las márgenes del Maule con el ejército capitalino comandado por José Miguel Carrera. A pesar de que el propio O´Higgins lo instó a continuar el desafío, Martínez de Rozas prefiere mantener la débil unidad patriota para enfrentar de mejor forma la contrarrevolución realista.

Un aspecto clave en su decisión fue la falta de respaldo que obtuvo de Buenos Aires, a quienes había apoyado incluso con militares penquistas en sus luchas independentistas lideradas por Manuel Belgrano. Argentina resuelve apoyar a Santiago, manteniendo una mirada supuestamente más estratégica de la independencia chilena y americana.

Al final, la indecisión le significó perder poder y ser aislado por los poderes santiaguinos, al punto que Carrera lo hace apresar tras su segundo golpe de Estado, al igual que a varios diputados penquistas, y lo exilia a su natal Mendoza, donde muere en 1813.

La tesis de Cartes viene a remover un poco la historiografía nacional, con esta visión confrontacional entre Concepción y Santiago, pues según Pacheco Silva, por ejemplo, estas diferencias se debieron más a razones ideológicas que geográficas. Además de destacar especialmente la confrontación política entre los patriotas y realistas, que en el segundo de los casos tenías más por objetivo su riqueza como sector social que gran preocupación por el desarrollo integral del país.

Sin embargo, ambos autores penquistas concuerdan en la relevancia de Juan Martínez de Rozas como impulsor clave de la Independencia; aspecto que junto a su capacidad intelectual, propuestas económicas y políticas, instan a los penquistas del Bicentenario a conocer y rescatar de su olvido. Quizás para empezar, por ejemplo, con el simbólico arreglo de su vapuleada estatua del Parque Ecuador.

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