Diciembre 2005: La violencia afecta a todos y todas. Problema social, económico, legal, cultural y político

Las mujeres son las principales víctimas de la violencia en nuestra sociedad, pero el ejercicio de ésta por parte del hombre dentro del hogar también lo afecta a él, al vivir subyugado a una cultura de la intolerancia que le “enseña” la misma sociedad.

La violencia, como problema social, es un fenómeno que nos afecta a todos y a todas. Sin embargo, la situación de discriminación y subordinación en que las mujeres se encuentran en nuestra sociedad las sitúa como una de las principales afectadas por la violencia.

Las cifras nacionales nos indican que una de cada 4 mujeres vive alguna forma de violencia en el hogar. Según el estudio de Soledad Larraín, de 1992, el 60 por ciento de las mujeres son agredidas por su pareja, en relación a un 2 por ciento de hombres agredidos.

Además, recibir menor sueldo (el 60 por ciento de lo que ganas los hombres), ser las más pobres entre los pobres, trabajar en las áreas más flexibles del mercado laboral (temporeras, trabajo a domicilio, entre otros), ser las primeras despedidas del trabajo, entre otros innumerables ejemplos, sitúa a la mujer como uno de los sujetos más afectados por la violencia social.

Por otra parte, los hombres son víctimas de la violencia intrafamiliar que cada día se vive en muchos hogares de Concepción, del país y del mundo, se produzcan en el estrato social que sea.

Esta constatación la dijo el año pasado Silvio Chinkes, miembro del Servicio de Estudios Regionales de Concepción en un seminario sobre el Trabajo de la Red Regional contra la Violencia realizado en octubre en la Universidad de Concepción.

"El vivir violentando las emociones en forma permanente, se instala como forma de vida. Y así como nos violentamos nosotros, violentamos a nuestras esposas, a nuestros hijos".

Agregó que la violencia de género surge de valores que han sido hegemónicos y son dominantes, "y que sufrimos por igual hombres y mujeres. Aquí no caben distinciones biológicas...» .

Los hombres son víctimas. Pero también, y claramente lo ha demostrado la realidad, lo son las mujeres, los niños y los ancianos. Lo que queremos dejar claro es que el hecho de que el hombre también sufra por ser un agresor significa que este es un problema amplio, global, que afecta a toda la sociedad, no sólo a las mujeres, no sólo a la familia, sino a todos los penquistas, a todos los chilenos.

Una historia contra la violencia

Esta situación no sólo es de esta década, sino desde hace muchos años y siglos. En Chile, por lo menos desde que se peleó para que terminara la dictadura, comenzó a florecer un movimiento de mujeres y hombres contra la violencia. Pedían democracia social, política y también democracia en la casa.

En un estudio del Instituto de la Mujer se cuenta que en la década de 1980 los grupos y organizaciones no gubernamentales de mujeres iniciaron un trabajo de sensibilización de la magnitud y efectos de la violencia que se ejerce hacia las mujeres por parte de sus parejas (violencia doméstica). Estas entidades se agruparon en 1991 en la Red Chilena contra la Violencia Doméstica y Sexual. Un año antes se habían sumado a la labor los parlamentarios Adriana Muñoz y Sergio Aguiló, y el Servicio Nacional de la Mujer. Los diputados presentaron un proyecto de ley y el gobierno otro, por lo que ambos se fundieron.

En 1993 se creó la Comisión Nacional Interministerial Asesora de Violencia Intrafamiliar a la que se sumó la Red Chilena contra la Violencia Doméstica y Sexual.

Luego de cuatro años de tramitación, el 28 de agosto de 1994 se aprobó la Ley de Violencia Intrafamiliar. El día anterior se había aprobado la Ley de Maltrato Infantil.

Esto fue un avance significativo, los aportes de la ley (ver nota aparte) y los cambios culturales han permitido modificaciones en las conductas. Sin embargo queda mucho por hacer, desde los aspectos sicológicos hasta los económicos. Por ahora, nos detendremos en algunos efectos que produce la violencia intrafamiliar.

Misma violencia, mismos efectos

Al respecto, le preguntamos a la sicóloga Nancy Riffo, del Instituto de la Mujer de Concepción: ¿son iguales los efectos de la violencia intrafamiliar en las mujeres, los niños y los ancianos?

-Las causas creo que son las mismas. Son razones culturales, de una familia jerárquica.

Respecto a los efectos, creo que convivir con la violencia produce efectos más o menos similares, impactando a todos los que viven en esa familia. La violencia intrafamiliar tiene que impactar a los adultos mayores en su salud mental, sicológica, en su autoestima, etcétera.

Ahora, cuando los niños ven violencia entre sus padres tiene los mismo efectos de si fueran directamente maltratados. Por eso el ponerse agresivos o más retraídos, de empezar a tener problemas en el colegio, de llegar incluso a conductas delictivas, son efecto de un maltrato cuando han visto la violencia entre los padres. Los efectos se van mezclando y sumando".

Entonces, todos estos efectos no significan gran diferencia entre mujeres, niños y abuelos, aunque la que se aplica a los menores significa reproducir por generaciones esta situación de violencia, ya que la repetirán cuando sean adultos.

Pero antes de conocer qué se puede hacer, y para saber qué cambios se requieren, es necesario conocer las causas, las razones de que se produzca la violencia intrafamiliar.

Al respecto, Areli Escobar, encargada del Programa de Prevención y Sensibilización en Violencia de la Oficina de la Mujer, afirmó que no es posible parcelar los distintos aspectos la realidad porque no está dividida, así es que debemos considerarla una complejidad coherente, un todo. "En este sentido, cuando hablamos de violencia no podemos desvincular la violencia doméstica de todas las formas de violencia que se dan en la sociedad. La división clásica entre lo privado y lo público no da cuenta de las vinculaciones entre todos los tipos de violencia. Sólo las denominamos de manera distinta para poder identificarlas y manejarlas mejor”.

Añadió que la violencia es un problema social vinculado a muchos aspectos, como económicos, culturales, políticos, sociales y no exclusivamente a aspectos sicológicos, individuales, Entonces, deberíamos preguntarnos si es tan efectivo el enfoque basado en la violencia como un problema individual, desvinculada de los otros aspectos.

La ley del más fuerte

Para Areli, si miramos la violencia como un fenómeno social, cultural, estamos hablando también de relaciones de poder que existen en la sociedad. Los que están en una posición de subordinación, "los más débiles", las mujeres, los niños, los pobres, los mapuches, entre otros, son quienes más se ven afectados por relaciones de violencia. De allí que en esta sociedad patriarcal, la mujer esté subordinada y viviendo violencia. Esto es lo que debemos analizar y revertir, dijo.

Sin embargo, realizó una crítica a lo que actualmente sucede en Chile y en muchos otros países, "Estamos en una sociedad patriarcal, donde todo lo que tenga que ver con la relación entre hombres y mujeres, que pueda modificar esta relación, nunca va a ser prioritario porque hay intenciones de mantener un estatus quo de relaciones sociales en este aspecto. No hay muchas intenciones de hacer cambios culturales en el asunto de géneros. Y la violencia intrafamiliar es un tema que está atravesado por esta cuestión de géneros".

¿Pesimismo? Puede ser la primera idea que se nos viene a la cabeza, sin embargo la constatación de esta situación generalizada también nos puede llevar a un buen diagnóstico para saber qué hacer. Además, puede ser una acertada crítica de lo que hoy se realiza en Chile: casi exclusivamente cambios legales para mejorar un problema con causas, como ya dijimos, económicas, culturales e, incluso, políticas. La situación no es tan sencilla.

Pero, ¿qué podemos hacer en un marco tan complicado?

Cambios por hacer

-Nancy, ¿qué se puede hacer para evitar esta violencia?

-Para nosotras la prevención es el tema principal. Porque actuamos sobre lo base del problema ya instalado. Pero parece ser que se debe prevenir, modificar las pautas de violencia de algunas personas, cambiar las discriminaciones de género y eliminar esta jerarquización patriarcal que hoy existe en nuestra sociedad.

Y aquí ya entramos al tema legal. "En definitiva creo que la terapia no debe ser catalogada como sanción en la ley, sino como una medida de protección que se termine cuando se compruebe un cambio en su conducta. Tampoco puede ser la cárcel, porque es probable que al salir esté peor que antes: con más frustración, con más rabia; por eso sería más útil una terapia que esté en relación con su vida diaria.

-¿Ha habido cambios positivos en estos últimos 20 años? Porque sí los ha habido en términos políticos y de modificación de una cultura de la violencia que duró 17 años.

-No creo que haya cambiado sustancialmente porque han habido algunos cambios, pero no han apuntado específicamente a esto. Creo que la violencia al interior de las familias, de las relaciones sociales y de las relaciones de género son temas que recién se están asociando.

Agregó que los cambios sociales que pueden haber habido en los últimos 20 años recién están empezando a apuntar y a sensibilizar que se requiere un cambio cultural para modificar las pautas de relaciones, de género sobre todo, y las relaciones de poder, Estas últimas también se reflejan en la violencia hacia los niños. Ahora la violencia se ve más, se denuncia más, pero ha existido siempre y no creo que sea ni más ni menos que hace 20 años atrás.

Modificaciones logradas

Reconoció que sí ha habido un cambio, "por lo menos en lo que he podido ver en el instituto, es que antes las mujeres que denunciaban llevaban varios años de casada o conviviendo; en cambio hoy las mujeres que denuncian son mayoritariamente jóvenes por la propaganda que hay, aunque sea poca...

-O sea que denuncian antes...

-... Denuncian un poco antes, o buscan ayuda antes, no sé si denuncian antes, Yo separo ambos cosas porque la denuncia es un trámite judicial que existe hace sólo cuatro años.

Al respecto, Ximena Torrejón, abogada del Instituto de la Mujer, señaló que "tiene que ver también con los cambios que se han producido en las mujeres, como su salida de la casa para buscar trabajo. La dependencia económica de la mujer respecto al hombre contribuye a las relaciones de violencia... Al primer problema de violencia toman la decisión de separarse y de tomar otros caminos.

Pero siento que los cambios son lentos, y no pueden ser de otra manera. Llevamos siglos de una cultura patriarcal, don de las mujeres hemos ido poco a poco alcanzando la dignidad de personas, éramos casi cosas...".

En ese momento Nancy intervino diciendo "...bueno y todavía. Hoy el Código Civil dice que en la sociedad conyugal el jefe es el marido. El administra los bienes de la familia. Se da por hecho como que él fuera el más apropiado para hacerlo".

Después Ximena continuó. "También hay fuerzas resistentes al cambio. Las fuerzas políticas son súper resistentes. Si uno piensa en toda la tramitación del proyecto de ley: duró tres años desde que llegó la democracia y las mujeres dijimos también democracia en la casa. Ahora tuvo que ocurrir la muerte de Alejandra Araneda para que de nuevo se retomara la necesidad de reformar la ley.

Todos aportan

Esta visión global requiere cambios globales, pero según Jorge Corsi, autor del libro Violencia Familiar, una Mirada Interdisciplinaria sobre un Grave Problema Social, de 1994, también son necesarios cambios asistenciales y de prevención (ver recuadro 2). Modificaciones en las cuales las antes entrevistadas también están de acuerdo, puesto que así lo han dicho, además de que en ello trabajan.

Es una propuesta de varias que existen. Su objetivo: disminuir la violencia intrafamiliar que afecta a mujeres, niños, ancianos y a los hombres, como agredidos o agresores, Con esta última idea volvemos a las palabras de Chinkes acerca de lo que deben hacer los hombres.

"Creo que los hombres podemos darnos cuenta, superar el automatismo y desde la reflexión empezar a cambiar algunos de estos patrones. Podemos comenzar a darnos cuenta del valor de la colaboración de género en la educación de nuestros hijos, en la provisión de los recursos materiales en nuestro hogar, quizás podríamos sufrir menos y dejar de pensar que debemos ser excelentes machos con impecable conducta sexual y empezar a disfrutarla".

Algunas estadísticas

En el Estudio seguimiento de lo Ley de Violencia Intrafamiliar, de agosto de 1995, se señala que en Concepción:

-en el 91% de los casos las mujeres son las víctimas,

-en el 70% de los casos son casadas o casados,

- el 29 % sólo violencia sicológica,

- y el 17 violencia física y sicológica.

En otro estudio, del año pasado, se informa que el 80% de las mujeres de sectores populares declaró haber vivido situaciones de violencia en el hogar y en un estudio de la Organización Panamericana de la Salud y del Servicio Nacional de la Mujer de 1995 se indica que el 56% de las mujeres reconoció que en su hogar los niños sufren maltrato del padre o de la madre.

Propuestas para disminuir la violencia

Los cambios que propone Jorge Corsi son:

-develar los mitos y estereotipos culturales sobre los que se basa la violencia,

-concientizar a la comunidad de que la violencia familiar es un problema social,

-promover modelos alternativos de funcionamiento de la familia, más democráticos,

-una legislación adecuada,

-una red de recursos comunitarios para apoyar a la víctimas de violencia,

-programas de tratamiento y recuperación de agresores,

-usar los medios de comunicación para informar y desmitificar,

-cambios al sistema de educación en escuelas y liceos,

-capacitación para profesionales y educadores,

-programas de prevención para niños y que conozcan formas para resolver conflictos, y

-tratamientos que nivelen la autoestima, que reduzcan el aislamiento social y generen vínculos más igualitarios.


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