Abril 2002: Autonomistas tras la disputa del poder

Universidad de Concepción.

La Federación de Estudiantes de la Universidad de Concepción cumplirá dos años con liderazgo de izquierda. Su reelecto presidente, Diego Olivares, explicó que el proyecto de la Asamblea Popular Estudiantil, de la que forma parte, es disputar el poder en las universidades. Para lograrlo hay que dar pasos para caminar el proceso. Y ese andar debe ser en unidad con otras agrupaciones de izquierda porque “hoy, estar separados, es enterrarse”. Lo dice basado en el protagonismo que está adquiriendo la derecha en las universidades y en el país, análisis que propone junto con decir que su sector de la izquierda está redibujando la política y que la Concertación está haciendo agua por ambos lados.

La lista de izquierda ganó con el 47% de los votos y en cantidad de sufragios doblaron lo obtenido el año anterior, con un aumento de mil votos. Entre los nuevos elementos de esta elección, realizada a fines de 2001, es que se dio un triunfo más holgado de la lista de izquierda y que la derecha apareció con más fuerza. Hoy ya existen los históricos tres tercios y el tercio más perjudicado es la Concertación, con un 8% de los votos. “Sabíamos que tenían problemas, incluso internos, pero nunca pensamos que no lograrían ningún cargo en la directiva. Sorprende y preocupa, porque sus votos se fueron a la derecha, mayoritariamente. Este parece un rasgo distintivo a nivel nacional: donde cae la Concertación se levanta la derecha”, explica Olivares.

Lo preocupante, señala, es que la derecha logra una alta votación y dos representantes en la directiva con un discurso desdibujado, planteando la no politización de los estudiantes. “Cuesta lidiar con esto, porque nosotros jamás escondimos que somos de izquierda, que tenemos un proyecto autonomista, de universidad y con cierta opinión política respecto del país”. La disputa por el poder universitario se polariza.

Izquierda universitaria

-Ustedes (autonomistas y La Surda) son una izquierda nueva. En las universidades de los 80’ predominaba socialistas, comunistas y miristas. Hoy los nuevos grupos de izquierda están compitiendo fuertemente con los comunistas, que son los que mantienen la mayor presencia. En la Universidad de Concepción hace años que ustedes son una de las fuerzas más importantes.

-Nuestra lista fue con socialistas disidentes de la Concertación, La Surda, la Asamblea Popular Estudiantil y comunistas. O sea, fue una lista abierta. Pero la alianza es meramente electoral porque sabemos que no tenemos el mismo proyecto con la Jota. Pero ante la fuerza de la derecha pensamos que era apropiado ir con ellos.

La Surda es un movimiento político nacional que tiene presencia universitaria como también en poblaciones y sindicatos; mientras que en la Asamblea Popular Estudiantil hay trotskistas, comunistas, socialistas, independientes y, entre otros, La Surda. Es una coordinación de personas y agrupaciones de izquierda que tiene existencia a nivel nacional. La diferencia es que la Asamblea Popular Estudiantil es el nombre en la U. de Concepción y a nivel nacional se llama Asamblea Nacional de Estudiantes Autonomistas.

-¿Qué los divide con las Juventudes Comunistas, especialmente a mediano y largo plazo?

-Respecto a La Surda, hubo bastante diferencia en la década de los 90’ porque nosotros éramos un proyecto que estaba despertando y la Jota ejercía cierta hegemonía en el plano universitario nacional. En ese tiempo había dos fuerzas predominantes: la Jota y la Concertación, que en el caso de los comunistas estaban potenciados porque han obtenido la federación de la Universidad de Chile. En ese tiempo para nosotros era demasiado peligroso acercarnos a la Jota porque nuestro proyecto se hubiese perdido, debido a que aún estaba desdibujado y recién naciendo.

El escenario está cambiando, con una derecha que está adquiriendo fuerza, la lectura de la Jota y la nuestra, por lo menos a nivel regional, es que estar separados hoy, en el corto plazo, es enterrarse. Ambos sectores dejamos a un lado la vanidad de grupo, de defender nuestros proyectos particulares en bien de la mirada nacional. Es así como durante 2001 nosotros con la Jota tratamos de armar un polo de izquierda en la Confederación Nacional de Federaciones de Estudiantes de Chile que levantó ciertos procesos democráticos como el referéndum universitario y el congreso nacional universitario.

O sea, nos hemos encontrado en el camino, aunque reconocemos que a largo plazo tenemos un montón de diferencias. El proyecto autonomista tiene otra forma de construcción política, de hacer política dentro de la universidad. Nuestra postura es levantar asambleas, es de hecho ir a pelear la universidad. Esta es una cosa que quizás la Jota no ha podido levantar. Nuestra primera tarea es crear un movimiento estudiantil, pero que tenga capacidad y vocación de poder. Hoy no sirve de nada tener siete años una federación si no se disputan las instancias formales de la universidad.

En el caso de nuestra universidad lo que queríamos primero era restituir la federación que se había muerto tras un año liderada por la derecha y otro sin federación. Quisimos volver a legitimar la federación, pero haciéndola un instrumento transformador, que sirva para algo. Y en eso estamos. Que la organización estudiantil sea democrática, participativa, abierta, transparente, que se involucre con los académicos y funcionarios, factor clave si queremos transformar la universidad. Creo que la Jota ha tenido federaciones, pero no ha sido capaz de levantar algo más que bastiones universitarios. En la U. de Chile lograron el consejo normativo, aunque en realidad no tiene un gran poder de decisión. La Jota no ha dado de frente la lucha por democratizar la universidad. Nuestra tarea es lograr este año lo que ha hecho la federación de la Universidad Austral de Valdivia que le ha disputado frente a frente el poder universitario al rector y al directorio con una federación dirigida por un integrante de La Surda y otros de los Estudiantes Autonomistas.

Proyecto autonomista

-¿Cuál es la universidad que ustedes quieren?

-Respecto al marco legal nacional en que están inmersas todas las instituciones de educación superior, creemos que no se debe hacer una política sectorial global, con una política universitaria única. Este ha sido un error histórico de la izquierda. Pensamos que se debe construir territorialmente. Hoy construimos en la Universidad de Concepción una universidad distinta, así como universidades diferentes en varios centros del país. Una vez que existan polos autonomistas a nivel nacional se puede tener una mirada desde esa perspectiva. Nos parece apresurado trazar una línea de acción y construcción para todo el país. Hay reivindicaciones históricas que sí tomamos como cambiar el marco legal, la gratuidad, el libre acceso y el cogobierno nos parecen importantes, pero el trabajo formal y en terreno se da en los territorios.

-Eso quiere decir que su propuesta pretende ir en directa concordancia con la realidad de determinada ciudad y su región.

-Claro. Porque creemos que la creación debe partir desde abajo. El trabajo nuestro en la Universidad de Concepción parte en 1994, con una federación “autonomista” en 1997, luego se muere la FEC, y hoy la retomamos con dos períodos consecutivos. Reitero que debe ser así: a partir de la base, con programas locales, aunque sin improvisación porque también tenemos ciertas directrices.

-Cuando presentan listas para elecciones y efectúan su trabajo permanente en la universidad, ¿cuál es el discurso de ustedes hacia los estudiantes?, ¿igual al que me estás planteando ahora?

-Sí. Sabemos que llegar con ladrillazos a los estudiantes, como con discursos teóricos, políticos, hablar del neoliberalismo o de la globalización, es demasiado amplio como para insertarlo en la universidad. Pero hay aspectos que no podemos dejar de decirlas. Siempre decimos que nuestros proyecto es democratizador de la universidad y nos definimos de izquierda. Incluso nos han hecho preguntas tendenciosas como si estamos de acuerdo con tirar piedras en las calles. Hasta en esos casos hemos dicho que no cuestionamos ninguna forma de lucha y que la postura de los estudiantes tiene que ser de ruptura. Hemos dicho que los estudiantes tiene derecho a tomar parte de las decisiones globales de la universidad, que la universidad hay que abrirla al pueblo. Eso no lo hemos escondido con ningún tipo de frase. Es un discurso clásico que viene desde los 60’, pero en el cual caben todos los que quieran participar de él, mientras que en esos años existía un grado de ideologización que dividía en pro chinos, pro albaneses, trotskistas, que se daban duro entre ellos. El momento político actual no da para eso, pero sí dejamos en claro cuál es la invitación a los estudiantes: formar asambleas y grupos de acción con directrices mínimas. Estamos redibujando la política. En los 90’ se intentó algo similar pero hubo un desperfilamiento al tratar de reinventarlo todo, de cambiar los nombres, los rótulos, los colores; y eso confundió bastante. Hay que reinventar, pero sin botar todo: nosotros decimos que somos de izquierda y que ellos son de derecha, tenemos proyectos distintos, que chocan, uno continuista del modelo sólo para dentro de la universidad y otro, el nuestro, social, para los estudiantes, la universidad y el resto de la comunidad.

-¿Cuál es la representación que ustedes poseen en otras universidades del país?

-Como La Surda estamos por disputar siete a ocho federaciones para 2002. Claro que no es exacto hablar de La Surda sola, porque siempre hemos planteado que estamos insertos en las asambleas autonomistas u otros nombres que están reunidas en torno a la Asamblea Nacional Estudiantil Autonomista y que tiene presencia en casi todo el país, pero con diferente fuerza. En algunas partes se reconoce la falta de capacidad para disputar una federación, por lo que se forman especies de cápsulas de resistencia a través de grupos culturales o políticos dirigidos a centros de alumnos. Estos son pasos trascendentes para una izquierda que estuvo callada durante bastante tiempo. Antes se decía que las federaciones no servían para nada por lo que no valía la pena ir a disputarlas, no importaba si las tenía la Concertación o la derecha porque nosotros seguíamos resistiendo desde abajo; en cambio hoy planteamos que son instrumentos. Rompimos la marginalidad con capacidad de incidir.

Actores para los cambios

-¿Qué posibilidades hay de que esto vaya más allá de los electoral? Porque que los estudiantes voten por ustedes es más fácil a que trabajen con la lista ganadora por una universidad distinta, y no sólo cuando se trate de problemas de dinero.

-Ese es el desafío. Hay una lógica construida de votar y esperar que lo hagan bien o mal para volver a votar al año siguiente. Esa lógica cuesta romperla. Y para nosotros este es nuestra gran tarea porque es imposible construir este proyecto sin los estudiantes. Hacer una buena gestión no es difícil, pero para disputar la universidad se necesita gente. Y se está dando, porque hay algunos que se están sumando al proyecto, aunque es un trabajo a más largo plazo ya han aumentado las asambleas y la participación en las carreras. Porque además de necesitar gente junto a la federación se requiere disputar espacios en las carreras con nuevos grupos autonomistas que, por ejemplo, cuestionen las políticas de los decanos.

-¿En la U. de Concepción cuál es la relación con los académicos y funcionarios?

-Si hoy decimos que hay organizaciones estudiantiles, aunque mediocres y pequeñas, en el caso de los profesores esto es mucho peor. Hay organizaciones formales de académicos para ver la situación de las AFP, de las isapres o de la negociación colectiva a fin de año, pero nada más. Hay sólo una organización de académicos que cuestiona y opina, se llama Universidad 2000, que en su mayoría son socialistas o progresistas. Es tan incipiente que cuesta demasiado que convoquen o que nosotros los convoquemos. Pero ya hay un acercamiento.

Aparte de este grupo hay otros mayores como el Opus Dei y la masonería que no se ven claramente para el resto de la comunidad universitaria. A nivel de académicos no se da la disputa que estamos dando entre los estudiantes de formar conciencias, de mostrar que hay gente de izquierda y de derecha con distintos proyectos. No hay grupos que opinen y otros que les respondan. Es un proceso que se tiene que dar y esperamos apurarlo instándolos a opinar y mostrar las diferencias.

-El expresidente de la FEC, Javier Sandoval, planteaba, como gran problema de los 90’, que los estudiantes debían saber quién tenía el poder y cuál era el enemigo.

-Bueno todavía esta universidad está llena de fantasmas. Muchas cosas pasan sin que nadie sepa por qué. Por ejemplo, el directorio está formado tal cual como está configurado el país: hay un bloque de la Concertación y otro de la derecha; los mismos dueños de la universidad son los propietarios de la región: hay diputados, ex alcaldes, etcétera, y eso hay que decirlo. Hay que dibujar bien el escenario político. Hoy hay un proyecto que está dominando la universidad y la gente tiene que saberlo para luego disputarlo con otro distinto. Y para eso necesitamos a los profesores y los funcionarios.

-Ya se viene un nuevo año con los mismos problemas financieros. El gobierno pidió a los rectores no subir los aranceles porque no habría más dinero para créditos y becas... Este será, probablemente, el primer tema del año.

-Ese es el doble estándar del gobierno: opina como si estuviera lejos del problema o no deja opinar porque son dueños del problema. Si el gobierno da los mismos fondos que el año pasado obliga a los rectores a subir los aranceles y matrículas. Desde 1981 las universidades están obligadas a autofinancierse porque el Estado no les entrega dinero suficiente. Para superar la actual crisis de la Universidad de Concepción, el vicerrector económico trazó el plan de atacarlo por tres frentes: subir periódicamente las matrículas y los aranceles, bajar los sueldos de los profesores y los funcionarios o reemplazar a los trabajadores que ganan más dinero por gente “part time”, y la venta del patrimonio de la universidad. Ese proceso se da en todas las universidades del país. Aclaro que nosotros no estamos defendiendo a los rectores porque su posición también ha sido bastante mezquina. Ellos no están defendiendo la universidad pública sino sólo defendiendo migajas para sus universidades. No han sido capaces de golpear la mesa para pedir que se cree una política de educación superior pública acorde con las necesidades del país. Sólo se limitan a seguir subiendo los aranceles.

-¿Cómo se ven las posibilidades del CONFECH en el contexto de estos problemas económicos y de definiciones nacionales?

-En 2001 se trató de dar un golpe letal a la educación pública entregando el crédito a las AFP o financiarlo a través de la venta de bonos, o sea, meter las deudas estudiantiles en el mercado de capitales. En esa oportunidad la CONFECH estaba formada, en su mayoría, por partidarios de la Concertación y se negaron a cuestionar las políticas del gobierno. Y ese costo lo van a pagar caro con un cambio en la configuración de la CONFECH.

Sin embargo, el problema de la CONFECH es que depende del temperamento de las 25 personas que lo forman. No tiene nada que ver con el movimiento estudiantil nacional. Nosotros hemos planteado –como también se aprobó en el congreso estudiantil- que las decisiones no dependan de los 25 dirigentes. En el plebiscito del año pasado los estudiantes platearon el arancel diferenciado para el pago de la universidad y apoyaron, con un 90% de apoyo, el papel central del Estado en la educación. En el congreso se planteó la necesidad de ampliar la organización a través de asambleas y participación. Pero son procesos que CONFECH no encabeza porque depende de quién la conforme.

-¿Existen objetivos comunes dentro del CONFECH?

-No, es sólo una reunión de opiniones de 25 personas.

Lo importante hoy es que con el congreso, el plebiscito y otras iniciativas estamos recién dando los primeros pasos para resolver de manera democrática la crisis de la educación pública. Esperamos hacer otro referéndum en 2002, con otros temas y dirigido también a profesores y trabajadores no académicos, y que los planteamientos del congreso sean conocidos por el estudiantado y el país para la defensa de la educación pública. Hay que sumar actores, romper las murallas de la universidad, porque los cambios no los vamos a hacer nosotros solos.

También es importante que se terminen las grandes pugnas internas de la izquierda y los grupos progresistas para empezar a hablarle a más gente. No podemos seguir, eternamente, hablando entre nosotros.

Ruptura en la Concertación

-¿Cuál es tu opinión respecto a una realidad nacional en la que la izquierda no aparece?, a diferencia de lo que se avanza en las universidades. Mientras que la derecha sí parece avanzar en los dos ámbitos.

-Los procesos que se están dando hoy en el país van a mostrar lo que sucederá a futuro. La ruptura de la Concertación o el reacomodo de los poderosos va a dar varias luces acerca de los pasos siguientes. Dentro de la Concertación hay un montón de grupos que sí son de izquierda, que han votado por Lagos y su proyecto, y que se van a salir de ahí con la ruptura de la Concertación. En ese momento tendremos que estar atentos. Es importante este acercamiento entre la izquierda extraparlamentaria y los grupos de izquierda de la Concertación que están allí más por razones emocionales.

Tenemos un claro desorden en este pacto firmado entre los poderosos, que parte con el Acuerdo Nacional de los 80’ y que pasa con cómo se selló la transición. Este pacto que se expresa en el binominalismo que hoy se está rompiendo. Este año comienza el reacomodo, aunque no es fácil saber cuánta gente de izquierda romperá con sus cúpulas que ya están claramente comprometidas con un proyecto que sólo busca mantener el sistema actual.

La Concertación está haciendo agua para ambos lados. En la Universidad del Bío Bío se perfiló una lista PPD-RN, que es el pacto que propicia Schaulsson y Allamand. Los procesos nacionales –y no sólo estudiantiles- hay que empezar a mirarlos con ojos nuevos, porque las lógicas hoy impuestas se están rompiendo por todos lados. El otro sector de la Concertación está haciendo agua para la izquierda.

-Varias veces la izquierda ha planteado que un sector de la Concertación se irá a la izquierda, pero a nivel masivo no ha sucedido. ¿Por qué crees que ahora sí se desgrana la Concertación?

El rasgo distintivo es que el gobierno ahora es de un socialista. Muchos perdonaron los anteriores gobiernos porque eran de la DC y la Concertación podía dar algo más, pero claramente no fue así. Se puede decir que se está más cercano a Lagos que a Lavín, aunque al final puedo reconocer en los dos la misma política, la misma directriz. A muchos militantes socialistas les debe pasar eso. Si uno revisa la historia, la militancia socialista tiene una raigambre popular tal vez mayor que la del PC, habiendo encabezado importantes procesos sociales como el gobierno de Allende. Entonces a esa militancia le cuesta más salirse del PS que decirle no a Lagos. Pero esa agente ya no está resistiendo más. Aunque para nosotros lo importante no es que dejen al PS, sino que tomen una nueva posición como sucedió en nuestra universidad, donde trabajamos juntos con socialistas inscritos en el PS, uno de los cuales fue en nuestra lista aunque no fue elegido.

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