Julio 1995: Ya se divisan los estudiantes

Aunque la teoría es bastante antigua, cuando uno de los estudiantes de la Universidad de Concepción dijo que "la historia se mueve por procesos económicos" tenía algo de razón. Hoy su casa de estudios, como las de Santiago o del resto del país, viven crisis financieras que necesariamente pasan por la definición de su devenir. Las tomas y paros nuevamente están a la orden del día y las autoridades tratan de dialogar. Pero sólo por los conductos regulares, por lo menos acá en el sur.

Como si las coincidencias arreciaran, fue precisamente en la carrera de Historia de la Universidad de Concepción donde comenzaron las movilizaciones. Entre la lluvia, el fútbol y el caso Contreras, se levantó, sin desesperación, un pequeño grupo de estudiantes. Alegaba por infraestructura para tener clases, por becas y porque se mejorara la malla académica. Muchos pensaron: "lo mismo de siempre". Y si creyeron que decir que no importa, porque ya es tema antiguo, esa misma condición lo hacía peligroso... para los críticos del movimiento.

Historia de Leyes

Si definitivamente vamos a hablar de historia, la del financiamiento universitario sí que es vieja, aunque tiene algunas definiciones en los últimos quince años, que hoy repercuten. En 1981 los militares dictaron la ley general de Universidades que daba facilidades para la creación de instituciones de educación superior. En 1986 el aporte fiscal a la educación del sector había bajado de un 60.3% a un 48.4%. La ley Guzmán -que recordó al inolvidable ministro- aplicó la racionalización para que las deudas ya contraídas fueran pagadas por las propias universidades. Y para que siguieran autofinanciándose. En general, la historia se conoce.

Ante la subida de aranceles, la disminución del crédito fiscal, las becas, la baja en los aportes para infraestructura, la reducción de personal académico, entre otras "variables económicas", los estudiantes hicieron paros y tomas en la Universidad de Concepción. Corría 1988. En el resto del país sucedía lo mismo, con matices.

Para que la historia sea corta, resumimos: vino el apogeo de las universidades privadas y en 1990 se dictó la ley Brunner, para recordar a otro afamado ministro, éste de la Concertación. Hay diversas opiniones sobre esto, pero entre los estudiantes se estila decir que es una "copia infeliz" de la anterior, manteniendo el sistema de autogestión y atomización. El problema universitario explota con fuerza, otra vez, en 1992. La carrera de Historia recuerda esas fechas como grandes avances, pero critican haber gritado "¡Muera la universidad capitalista, arriba la popular!" si todavía nadie lo sentía así. En esos tiempos la universidad penquista tenía federación y había un coordinador estudiantil en las regiones sureñas llamado CONFESUR. Llegaron a proponer arancel diferenciado. Los actuales dirigentes de Historia cuestionan las formas en que se llegó a esas propuestas, con cúpulas alejadas de los estudiantes, como apurados por ganar.

El año pasado se comenzó a hablar de reforma, de movimientos alternativos -desapareció la federación- de no estar ni ahí. Para algunos la cosa se ponía fea. Sobre todo para los ex militantes que veían cómo se les escapaban sus ideales. Para otros, sus puestos de poder.

De Clericus a Max Neef

Hasta hoy los problemas se mantienen y se institucionalizan "democráticamente". Ya no es el rector designado Clericus el que quiere cerrar carreras reprimiendo en el sur, sino Max-Neef, pero con ecología. El aporte fiscal bajaba al 30% y la historia se repetía. Pero en Historia de la Universidad de Concepción perdieron un poco más su paciencia: cualquiera puede hacerlo si en clase de geografía no tiene mapas, ni mesas para dibujar, ni un edificio amplio para las clases (cuentan con dos salas para 179 alumnos de la carrera). Próximamente se construirá un edificio para el Departamento de Matemáticas (carrera rentable) y Filosofía se irá a una casa fuera del campus universitario (no rentable). Ciencias Sociales no define aún dónde funcionar (no rentable). La Universidad inyectó 6 millones de dólares, a través del FONDEF, para crear un laboratorio de fusión de metales para el Departamento de Metalurgia, pero Historia recibió sólo 2 millones de pesos.

Según los dirigentes de la toma "histórica" esto se debe a la actual división de la autogestión, porque ya no es la casa de estudios entera la que debe arañárselas para buscar plata, sino cada una de las carreras. De esta forma las rentables no mantienen la carga de las deficitarias económicamente. Así, por ejemplo, Ingeniería Comercial tiene salas alfombradas, pero las carreras de Educación apenas se pueden conseguir aulas. Esto se debe, primero, a la diferencia de aranceles. Los que más ponen más tienen. Y como la ingeniería aporta al mercado y los filósofos o historiadores no, las investigaciones y su venta sólo se dan en las primeras. Por lo mismo, tampoco dan asesoría ni supervisión para las empresas. Menos tienen para publicar libros... no hay ni biblioteca o departamentos que puedan llevar ese nombre.

Nueva mentalidad

Definitivamente la situación de Sociología , de las carreras de Educación y de Historia -todas en toma y paro- es compleja.

Los estudiantes de la Universidad de Concepción también "exigen" más académicos. Esa debe ser la diferencia, según dicen. Porque recuerdan los anteriores movimientos en que había una actitud paternalista hacia las autoridades "democráticas". Cuentan que ahora hay que empezar desde la creación de una nueva mentalidad para impulsar un movimiento estudiantil nuevo y con fuerza propia, no de los partidos políticos. Quieren convencer con hechos y con transparencia, con decisiones tomadas en conjunto, incluso con participación abierta cuando llega la prensa a entrevistarlos.

Los dirigentes buscan unirse y generar modificaciones desde las propias carreras. "Si nos dividen, desde esa atomización generamos cambios", explican. Quieren quemar etapas levantando el espíritu estudiantil y joven. Hoy está desde el facho hasta el de Izquierda. No hay exclusiones porque a todos les afecta el actual sistema de autofinanciamiento. La Universidad oculta información, los estudiantes no. Así superarán etapas de a poco, con calma.

No existe en la Universidad de Concepción un liderazgo que aglutine. Cada carrera vive su propio proceso que, sabiéndolo o no, debieran unirse. Los dirigentes ya no son líderes de tal o cual partido, sino sencillos alumnos que se ponen nerviosos frente a las cámaras de televisión, pero que dicen todo lo que recuerdan que les molesta. Y hablan harto. Para solidarizar ya hubo una toma por un día en la Facultad de Educación. El rector espera los conductos regulares. Parece que se asustó cuando vio que no sólo era Historia, sino un cuento bien real: la Universidad. Cuando la respuesta debía ser integral, como sistema, se entrababa el diálogo. Se estaban desatomizando.

¿Y la propuesta? No hay. Y no es deficiencia. Es que si vamos por etapas, ya llegarán las transformaciones con ideas que surgirán solas gracias a la experiencia, al conocimiento, sin esquemas prefijados ni "universidades populares" que nadie entiende su significado. Que no importe cómo se llame el futuro ideal, pero que tenga raíces universitarias, obtenidas en el crecimiento y en la lucha diaria. Sin olvidar la historia.


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