Octubre 1994: Quinchamalí, la mágica greda

Las artesanas crean guitarreras, gallos, floreros, ánforas, caballos, chanchitos, platos y lo que la imaginación intente.

Quinchamalí es tierra artesana.

Las familias campesinas disfrutan y viven de esta tradición centenaria, donde la greda es transformada en figuras negras con fórmulas casi mágicas.

Aunque surgió como un arte individual o de padres e hijos, hoy busca mantenerse con organización en torno a talleres de artesanía, como Greda y Esperanza, de Buenaventura Ulloa, que comenzó sus actividades en 1976 con el aporte de la organización Acción Fraterna de la Iglesia, que vio cómo se perdían las tradiciones.

El taller ha logrado importantes avances, como la creación de tres libros de investigación cultural realizados por grupos de jóvenes católicos del pueblo. También tienen cursos donde participan de a diez pobladores, en su mayoría mujeres, ya que los hombres dicen que es un trabajo exclusivo de ellas. Aun así, aproximadamente el 60 por ciento de las familias de Quinchamalí son artesanas, por lo que el primer objetivo del taller se estaría logrando.

Además, este año se inicia un proyecto del Fondo Nacional para el Desarrollo del Arte (Fondart), para enseñar la tradición a los niños. El proyecto lo desarrolló la profesora Marixsa Elizalde, quien donará a la escuela del lugar la sala que se construye con el dinero del programa. Hace 14 años que trabaja allí, entregando su tiempo y sacrificio a los 300 niños del colegio, de donde han surgido alumnos de gran capacidad artística, como los que lograron viajar a Argentina para mostrar el arte de su pueblo.

Al rojo vivo

Las artesanas crean guitarreras, gallos, floreros, ánforas, caballos, chanchitos, platos y lo que la imaginación intente. Pero ¿cómo logran ese tinte negro característico?, ¿o el brillo de sus objetos de greda?

La artesana Riola Castro hace unos 24 chanchos de este barro en un día, gracias a sus 18 años de experiencia en el arte que aprendió bruñiendo y lustrando. Hoy lo enseña y explica.

La tierra de Quinchamalí es rica en greda que mezclada con arena y agua forma una masilla: materia prima de la artesana. Primero se amolda y estira con un pedazo de calabazo o mate y con las manos se crea la figura deseada. Una paleta de madera sirve para emparejar la greda y una cuchara para ahuecarla.

Cuando la figura está seca se baña en tierra roja. Después se tiñe con aserrín, paja de trigo o bosta de caballo. Antes de ser llevada al fuego, con una piedra se realiza la bruñidura, que es raspar la figura suavemente con una piedra. Luego aceite y se lustra para que tome su brillo particular. También se le añade una tierra blanca para hacer los dibujos. Se raspa la superficie negra y el dibujo queda de líneas blancas.

Con abono o bosta de caballo se hace el fuego y se deja calentar medio día hasta que se ponga roja. Al enfriarse queda vestida de negro. Finalmente se dibuja con una aguja de vitrola -aunque ya quedan pocas-, se limpia con un trapo y listo. Listo el cacharro de Quinchamalí.

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